Clarice Lispector falleció hace unas cuatro décadas; sin embargo fue una de las escritoras más destacadas del siglo XX. Lispector escribió de manera sencilla y práctica para aquellas mujeres de los años 50 y 60.
Este 10 de diciembre la escritora Clarice Lispector cumplió 40 años de su muerte. Esta escritora brasileña fue una de las más icónicas del siglo XX. Su fama llegó luego de publicar una prosa compleja; en la que logró trasmitir efectivamente aquellos temores que sufría la clase media de aquella época.
Clarice a lo largo del tiempo, luego de tener un estilo algo hermético; logró desarrollar otros géneros más accesibles al público. La escritora adoptó el seudónimo de Tereza Quadros; y por allá en la década de los 50 escribió una columna llamada “Entre mujeres”, que daba consejos para mujeres.
En dicha columna, la escritora daba consejos a las mujeres para que fueran más bellas; su tono sonaba cercano a ellas, amistoso; enseñaba a cómo ser más saludable, resolver problemas del hogar, lograr mejor relación con su pareja y a criar a los hijos.
Las fuentes de Clarice Lispector
Lispector recurría como fuente de información; su propia experiencia personal, libros y revistas de diversos países. De hecho; aprovechó los muchos viajes al extranjero que realizaba acompañada de esposo, el diplomático Maury Gurgel Valente.
La idea de la escritora de usar un pseudónimo fue con la intensión de mantener en reserva su identidad ante las personalidades diplomáticas.
Para 1959 la pareja Lispector – Valente se separaba, por lo que Clarice decidió erradicarse definitivamente en Brasil con sus dos hijos. Para ese entonces ya había escrito tres novelas e iba en camino “La manzana en la oscuridad”. La separación le afectó de manera económica; por lo que le tocó aceptar cualquier proyecto que le diera los ingresos necesarios.
El humor también fue parte de sus columna, era algo que la caracterizaba; entre ellos está aquel en el que aconseja construir a los niños unos patines. Así lo dijo:
“dales esas pantuflas a los niños y diles que pueden patinar, lentamente, por las habitaciones. (…) Adorarán el juguete y tú tendrás la casa como un espejo. Pero, ¡cuidado! No les digas nunca a los niños que están trabajando”.
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